viernes, 18 de octubre de 2013

LA INSEGURIDAD VIAJA EN TAXI

Despierta otro día viernes en la ciudad de Maturín y una vez más el delgado hilo de la cotidianidad se ve roto de manera brusca, en esta oportunidad el factor perturbador que protagoniza la jornada es la inseguridad: Dos taxistas, padres de familia han sido asesinados en menos de 24 horas. Compañeros del gremio de profesionales del volante deciden trancar la urbe por los cuatro puntos cardinales en reclamo de medidas contundentes, concretas, efectivas contra el flagelo que cada día enluta miles de hogares en todo el país.

Definitivamente vivimos en un país donde la anarquía y la indolencia se han vuelto estandarte de quienes ostentan actualmente el poder político.

Mejor educación, mejoras en el sistema de salud, mayor seguridad, generación de fuentes de trabajo, cualquiera sea el reclamo el único canal efectivo que ha ideado la sociedad venezolana en los últimos tres lustros es por medio de la protesta callejera, anarquizando las ciudades, perturbando la cotidianidad tal como lo mencionamos al principio, sin embargo es la única forma para que las personas que fueron designadas momentáneamente a solucionar esos problemas siquiera dirijan su mirada indolente hacia tales calamidades y aunque sea planteen una solución lejana.

El país navega sin brújula con un timonel que pareciera importarle poco el reclamo cotidiano, mientras cada día junto a sus seguidores (o jefes políticos) busca nuevas formas de neutralizar al enemigo, pasandole por encima una y otra vez a la Constitución y a las Leyes. Cada día la nación se hunde producto del deterioro generalizado que presentan los sectores productivos  que como consecuencia golpea a todos los estratos de la vida nacional y no aparece una respuesta sólida, clara y contundente por parte de las autoridades sobre como atacar estos males, sencillamente porque están más preocupados por una supuesta guerra contra el imperio que sólo existe en sus cabezas.

Nos hemos acostumbrado a que todo sea solucionado de manera improvisada, sin planificación, sin debate, hemos acostumbrado al país a que solucione sus problemas pasándoselos a otro, quemando cauchos, trancando calles. 

Mientras el país sigue esperando soluciones de parte de unas autoridades que sólo saben idolatrar al comandante galáctico, la inseguridad campea, la inseguridad es la que manda, las autoridades pasean en bicicleta mientras la inseguridad viaja en taxi. 

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